miércoles, 23 de mayo de 2012

La foto que cambió una vida


Interesante historia que nos cuenta Enrique Alpañés

Nick Risinger tiene 28 años, es director de marketing y pasa varias horas al día mirando una foto que hizo hace más de un año. La instantánea es especialmente bonita, es hipnótica por su detalle, pero más allá de su valor artístico tiene un significado especial para Nick. Esa foto cambió su vida.
Este estadounidense tuvo que dejar su trabajo, abandonar la ciudad donde vivía, Seattle, y recorrer medio mundo para conseguir una foto que en realidad es una superposición de decenas de miles de fotos. El objetivo no era otro que el Universo. Obviamente Nick no la guarda en un álbum familiar, lo hace en Sky Survey.
“Fue estresante pero muy estimulante a la vez.” Risinger recuerda con sentimientos encontrados el momento en el que tuvo que dejar su trabajo y lanzarse a la carretera a cazar estrellas. Para ello tuvo que huir de la luz de las ciudades y adentrarse en los rincones más oscuros del planeta, los desiertos. Lo hizo acompañado de seis cámaras sincronizadas, de un trípode motorizado que gira al compás de la rotación terrestre y de su padre, Tom. “Fue genial volver a viajar juntos, como cuando era pequeño, además hacemos un buen equipo” dice Nick con orgullo.
Nevada, Texas, Oregón y Colorado fueron algunos de sus destinos. Nick y Tom Risinger recorrieron 25.000 kilómetros por tierra con la vista puesta en el cielo. Se adentraron en los grandes desiertos norteamericanos, rodaron por las polvorientas carreteras del país como si fueran dos personajes de una novela de Kerouac. Pasaban las noches durmiendo en el coche, mientras las cámaras disparaban al firmamento. “En una buena noche podíamos tomar unas 2.000 fotos, las cámaras disparaban constantemente, lo cual puede resultar tan monótono como suena” confiesa Nick.
Una vez terminada la ruta por los desiertos norteamericanos Nick y Tom Risinger se metieron 72.500 kilómetros por aire. “Para completar el trabajo necesitábamos tomar fotos desde el hemisferio sur” explica Nick, así que cogieron su equipo y se metieron en un avión rumbo a Sudáfrica. “Fue memorable. Nos quedamos en una granja a las afueras de Sutherland tres semanas. Los cielos negros y la Vía Láctea han sido lo más espectacular que he visto en mi vida.”
Cuando los Risinger tenían 37.000 fotografías, Nick volvió a su piso de Seattle y se encerró durante varios meses para pegar pedacitos de cielo. Un collage de dimensiones celestiales que dio como resultado una macrofotografía interactiva de 5000 megapixeles. Su web ya supera los dos millones y medio de visitas, ha recibido la bendición de la comunidad científica y ha dado a Nick Risinger la posibilidad de recuperar el dinero invertido en el proyecto. “Me pagué esto de mi bolsillo, no tenía intención de hacer dinero con ello, pero igual ahora puedo aprovechar la oportunidad” comenta. De momento lo hace vendiendo pósteres de su fotografía, pero el acceso a su mapa interactivo es totalmente gratuito.
Nick Risinger confiesa echar de menos su vida en la carretera. Pero ha terminado lo que tenía que hacer en ella. Ha vuelto a su antigua vida sedentaria en Seattle y ahora se limita a mirar todos los días esa fotografía que durante unos meses cambió su vida por completo.
Por Enrique Alpañés

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